lunes, mayo 09, 2005

Rosa

En algún punto de la mediana que separa los carriles entre los kilómetros 14 y 15 de la M-40, sobresaliendo apenas por encima de la valla quitamiedos, emerge un rosal verde claro de escatimadas hojas.

Su presencia en ese lugar es impensable, en el resto de la mediana no se ven en esa zona ninguna otra planta ornamental; varios kilómetros mas allá creo recordar haber visto alguna adelfa, o tal vez me confundo con alguna otra carretera levantina.

Su presencia en ese lugar impensable sólo puede descubrirse si el atasco matutino te lleva a pararte precisamente en ese punto ignoto, tal vez mas próximo al final del kilómetro 14 que en mitad del 15, tal vez mas cerca de la salida al barrio que ahora no recuerdo que de la entrada desde la N-III... da igual intentar buscarlo de cualquier otra forma que no sea confiar en la suerte que te depare el atasco matutino. Es vano pensar en descubrirlo circulando a velocidad normal por la autopista.

El jueves pasado, cuando lo descubrí, un capullo ya había empezado a desprenderse de su corsé verde y anunciaba un color rosa claro. No será una rosa de tallo largo, y pétalos simétricos, de un rojo señorial. Pero será una flor.

Este rosal, que ha conseguido ya ofrecer al mundo su primer fruto, en medio de una odiosa carretera (!y en plena sequía¡), me recordó ( y reforzó) una reflexión que unos días antes en un foro profesional se hacía sobre los valores de la película 'La Vida es Bella' (que yo no había visto hasta entonces por prejuicios): en cualquier lugar, e incluso en medio de la mas grave de las situaciones, hay que intentar seguir adelante y por impensable que parezca habrá un fruto que merezca la pena, aunque sea pequeño y efímero.

He pensado en llevar la cámara siempre en el asiento delantero, preparada para congelar el momento en que la suerte del odioso atasco matutino en el que he vuelto a invertir una hora, me devuelva el momento de descubrir la rosa flor en su corto talle verde pálido.